Por Luz Martínez Ten, Secretaria de Mujer y Políticas Sociales
La pandemia nos ha obligado a buscar refugio en nuestras casas para evitar la propagación del virus. Y esto, en la gran mayoría de la población, ha ocasionado cambios en la organización por teletrabajo, convivencia, cuidados de menores o personas dependientes…
Pero ¿Qué ocurre cuando esta situación de confinamiento se produce con la persona que te agrede? Hace unos años realicé un estudio sobre las consecuencias de la violencia de género en los hijos e hijas. Una de las jóvenes entrevistadas realizaba la siguiente reflexión: “cuando piensas en un lugar tranquilo para descansar, aparece la imagen de tu hogar. Después de una larga jornada laboral, o de haber estado durante horas estudiando, estas deseando volver a casa, quitarte la ropa de calle, deshacerte de los zapatos y relajarte en el sofá…el hogar es el espacio de seguridad e intimidad en el que puedes dejar de actuar socialmente, mostrando tu vulnerabilidad en la intimidad. Sin embargo, para las personas que vivimos violencia machista, como hijas e hijos, o como pareja, el hogar es un infierno. Nunca puedes relajarte, nunca puedes bajar la guardia, vives en un constante campo minado, donde cualquier situación se convierte en violencia», y continuó diciendo: «durante toda mi infancia pensé que el miedo era lo normal, hasta que me invitaron a una fiesta de cumpleaños donde descubrí con sorpresa que en otras casas se vivía una sensación de tranquilidad, e incluso alegría, desconocida para mi”.
Este testimonio nos presenta la realidad de miles de mujeres, hijos e hijas, que viven en sus casas y en la persona que se supone, que debe protegerles como padre, o acompañarte como pareja, el horror de la violencia. ¿Cómo están viviendo el confinamiento del Covid 19 en España? La información que tenemos nos revela un menor número de denuncias en los juzgados especializados en violencia machista desde que comenzó el estado de alarma, aunque sí se produjo un aumento de llamadas al 016. Esto implica que la violencia de género no disminuyó, sino que la libertad de movimientos de las víctimas es mucho menor, por lo que las situaciones de violencia han sido invisibilizadas…
Por otra parte, hay que recordar que la crisis económica provocada por la pandemia afecta a las mujeres que han perdido su trabajo y que dependen de la economía de la unidad familiar para subsistir.
En una situación tan extrema como esta, se produce un mayor tiempo de convivencia con el agresor, que tendrá más control sobre las víctimas. La dificultad para poder pedir ayuda externa provoca una situación angustiosa que obliga a las mujeres que conviven con el agresor a estar en una situación permanente de alerta, para evitar la violencia. En esta situación, la ayuda ciudadana es fundamental para abrir vías de comunicación y denuncia. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Genero ha publicado una guía para responder ante esta situación. Os dejamos el enlace para su difusión, porque es fundamental que actuemos ante el menor indicio.